Un fantasma se pasea
por mis pensamientos:
el fantasma de mi mismo;
oscuro, desvaído,
como fotografía antigua
exhalando el deslavado
color sepia.
Me mira lejano
y baja la cabeza,
una lágrima cae
esparciendo partículas
de melancolía
de otra vida,
que solo añora el tiempo
de otro tiempo.
Me acerco y abrazo
(a mi fantasma)
y recojo la lágrima
que guardo en mí mismo.
Pepereveco®