Sunday, June 04, 2006

Mi privera vez.



Era la media tarde cuando me reuní con mis amigos, dos cuadras más allá de mi casa, frente a la puerta de uno de ellos; una edificación de dos plantas, única construcción de ese estilo en el barrio, lo que indicaba la acomodada situación económica de su familia... diferente a la mía.

Cuando divisé al grupo me percaté de cierto alboroto y ansiedad en ellos, más aún cuando me gritaban para que apresurara mi paso y me uniera al grupo. A la distancia, mientras caminaba, veía que rodeaban algo... un insecto, un animalito... pensé.

Atónito quedé al ver, tan cerca de mí, el preciado y anhelado objeto, que nunca sería de mi propiedad. Mientras tanto, mis amigos me miraban con sus rostros de niños, pletóricos de felicidad y me incitaban a que la observara y la tocara.

Cada uno de los muchachos, a su debido tiempo, pudo atravesar la extensa calle con la sensación de volar y con la sonrisa que revelaba alegría y nerviosismo. Cual más o menos terminaba de bruces en el suelo, pero soportaba la situación sin quejarse, aduciendo cualquier argumento a su favor.

Por fin, llegó mi turno. Allí iba yo aferrado tratando de poner todas mis habilidades en la acrobacia de aquella mi primera experiencia. Sentí el viento y la velocidad en mi cara; a lo lejos oía a los muchachos que me gritaban no sé qué... y se reían. No podía juntar mis labios, parecía que sonreír era un acto ajeno a mi voluntad; el aire atravesaba mis pulmones y de pronto... el mareo.

Con la visión nublada y puesta en el suelo no pude esquivar un peñasco y tomé otra dirección. Allí iba nuevamente, surcando el tiempo y el espacio, el aire golpeando mi rostro y mis piernas, en pleno ejercicio. Giré la cabeza y observé a los muchachos que corrían tras de mí, quería expresarles el gozo que sentía; la visión ya era borrosa.

Cuando enderecé la cabeza y miré al frente, mi rostro besaba abruptamente la malla metálica del cerco, de la casa del profesor de nuestro barrio. Mi cuerpo fue a parar al suelo, sin embargo, no sentía dolor . Entre brumas sentía y veía miles de manos que me levantaban y me daban palmaditas en el rostro.

Aquella noche mi sueño fue distinto. Por todo el cuerpo el dolor hacía notar su presencia, pero en mi rostro la sonrisa permanecería durante mucho tiempo.

Había montado, por primera vez, una desvencijada bicicleta.

Thursday, June 01, 2006


Homenaje a uno de mis poetas chilenos

Romance de barco y junco

Oscar Castro

El junco de la rivera

y el doble junco del agua,
en el país de un estanque

donde el día se mojaba,
donde volaban, inversas,
palomas de inversas alas.

El junco batido al viento
-estrella de seda y plata-
le daba la espalda al cielo
y hacia el cielo se curvaba,
como un dibujo salido
de un biombo de puertas claras.

El estanque era un océano
para mi barco pirata:
mi barco que por las tardes
en un lucero se anclaba,
mi barco de niño pobre
que me trajeron por pascua
y que hoy surca este romance
con velas anaranjadas.

Estrella de marineros,
en junco al barco guiaba.
El viento azul que venía
dolorido de fragancias,
besaba de lejanías
mis manos y mis pestañas
y era caricia redonda
sobre las velas combadas.

Al río del pueblo, un día,
llevé mi barco pirata,
lo dejé anclado en la orilla
para hacerle una ensenada;
mas lo llamó la corriente
con su telégrafo de aguas
y huyó pintando la tarde
de letras anaranjadas.

Dos lágrimas me trizaron
las pupilas desoladas,
en la cubierta del barco
se fue, llorando, mi infancia.


Friday, May 26, 2006

Dedicado a (...), quien por muchos días ha esperado este artículo. Para ti, con cariño en la modestia de mi escritura.

DOS MUNDOS PARA UN SER

¡Jamás había oído de Thelonious Monk!; cuando le escuché y vi, me impresionó. Mas aún cuando el jazz no era la música habitual para mí.

Quizá fuera su sonrisa casi infantil e inocente y su modo de caminar, pesado y tambaleante.
Pero, hay algo más. El saber que progresivamente sufría cambios en su personalidad y que se manifestaba en su talento musical, fue algo que me llamó profundamente la atención.

Por momentos se comportaba en forma normal, como pudiera esperarse, y... en otros, sus excéntricos movimientos le delataban el estar fuera de este mundo, sólo él sabía en cual.
¿Por qué me llamó extraordinariamente la atención? ¿qué había en él de distinto? Posiblemente fuera la música, llena de energía, la manifestación de mundos extraños, todo su ser inmerso en la composición e interpretación de su música.

Por sobre todo creo que fue la expresión pacífica de un estado mental y espiritual que no hacía violencia entre los normales. Fue ese ir y venir tan suave que concilia los dos mundos y que se encarna en su vida hasta el momento de su muerte, acaecido durante el sueño, en el '82.

Este ser experimentó el vivir en dos mundos, de dimensiones diferentes. Por un lado la realidad, representada principalmente por la racionalidad y, por otro, la dimensión que escapa a lo normal y que no está sometida a tiempo ni espacio.

Así, pues, creo firmemente que esta manifestación de vida fue privilegiada por este doble contacto. ¿Le era posible conciliar ambos? o más bien, ¿sería un terrible sufrimiento? Por largo tiempo desconocía a quienes le rodeaban, tan sólo el cariño y la comprensión, tan especial de su personalidad, le salvaban del infierno en que pudo convertirse para él este privilegio.

Vivimos sin comprender lo que está más allá de la realidad, estamos muy sumergidos en el mundo de los objetos, de las sensaciones inmediatas, que sólo nos aproximamos mediante el sueño a ese mundo diferente, pero que no tomamos en cuenta, tal vez por no tener las claves para la comprensión.

Feliz o desgraciadamente vivimos la vida con una barrera que nos impide pasar más allá de ella. Algunos logran franquearla con ayudas externas; otros, son ayudados por algo más natural e íntimo y en el caso particular de Thelonious por una enfermedad... la terrible esquizofrenia.

Escrito en 1998, Concepción – Chile.

Thursday, May 25, 2006


Hola, vecino.

Sin duda que me gustaría saludar a todos. Es un hecho que en nuestros tiempos todos somos conocidos, nadie puede aducir que vive al margen de los demás y quejarse de no recibir una palabra, al menos, de reconocimiento y, quien sabe, si de aceptación y buena acogida.

No parece absurdo decir que todos somos vecinos, que estamos a la mano, a pesar de encontrarme, en estos momentos, al otro lado del mundo y sin salir de mi casa y de mi barrio; pero, es una realidad que mi vecindario se ha ampliado más de la cuenta, sin yo quererlo y sin negarme a ello.

Cada día recibo saludos de vecinos que jamás pensé encontrar. Algunos me tratan como si me conocieran desde niño, otros, un poco más cautos y prudentes, me tratan de usted, como si fuera una autoridad o ejerciera un cargo al cual hay que tenerle consideración más de la cuenta.

En fin, así están las cosas hoy. A diferencia de lo que pasaba en mi niñez, esa que se desarrolló en un par de calles de una ciudad de provincia y que nos bastaba a todos hasta que crecimos. Luego se hizo insoportable, era necesario escapar y perderse en el tráfago de gente caminando en un sinfín de direcciones, dando la impresión de no ir a ninguna parte. Y nos fuimos desperdigando, cada cual y sin dolor tomó el camino que mejor le plugo.

No faltó el amigo nuestro que fue a dar por Europa, no sé si sigue por allí, pero ya ve, de nuevo lo tengo por vecino a pesar de estar unos metros más allá... en Europa. El resto no hicimos más que emigrar un poco más de cien kilómetros y nos armamos vida propia, amigos nuevos, actividades diferentes, y eso nos parecía que nos traía aire suficiente que respirar y pensábamos que teníamos vida nueva.

Así se nos ha pasado la vida, como de muy de pronto; llegó un momento en el que la velocidad cobró importancia y no nos dimos cuenta, pero bueno, ¡ya no hay cómo volver...! y me sigo llenando de vecinos y conociendo y compartiendo vidas nuevas y diferentes y vamos cambiando a unos y otros que esto nunca se detendrá.

Lo más terrible es pensar que, en este afán de tener que atender y dar tiempo a los otros, efectivamente no tendremos el tiempo suficiente. Es así y no de otra forma. Con tantos vecinos dando vueltas por ahí, es menester buscar un elemento que me permita decirles algo en el mismo tiempo y a la mayor parte de ellos.
Para eso está esta página... ¡para saludarte, vecino! y desearte que hagas lo que tienes que hacer, tal vez, lo que siempre quisiste hacer, pensar, decir; o no pensar, ni decir, ni hacer. Sé tú mismo, en este inmenso vecindario y si puedes permitirles a los otros lo mismo, seremos más felices.

¡Hasta luego Vecino!

Sunday, April 02, 2006

Tarde en la playa

Sentir el viento sur colándose en los poros,
las olas abrazándose a las rocas,
la llovizna salina entre los labios,
el sol entibiando una sonrisa,
la luz albergada en las pupilas,
el azul conviviendo con el verde,
mis ojos llenándose de cosmos,
el lado luminoso del planeta
abriéndose paso por mi alma,
en esta tarde en la playa,
robada de soslayo al tráfago incesante de emociones,
y darle permiso al relajo que irreverente se apropia de mi mismo.